Siguiendo con la serie de artículos sobre la pérdida de encía o recesión gingival, en éste trataremos cómo una extracción puede generar la pérdida de hueso y provocar que la encía se retraiga.
Es relativamente habitual que la parte externa del hueso maxilar se hunda tras una extracción, sobre todo en la zona de los premolares y caninos. Esta zona, además, es muy visible y puede afectar nuestro aspecto estético.
¿Cómo podemos evitar la pérdida de hueso?
Para evitar perder hueso y que al sonreír se vea la encía retraída, el especialista tiene que seguir una serie de consejos:
1. Lo principal es ser extremadamente cuidadoso con la extracción del diente para evitar fracturas óseas, especialmente del hueso vestibular (la parte externa)
2. Es conveniente poner un relleno óseo de hueso artificial para que el hueso no se hunda.
3. Otra posibilidad es la colocación de un implante en el momento de la extracción para evitar la resorción ósea.
En ocasiones los pacientes llegan a nuestra clínica con la extracción ya hecha, sin que el especialista haya tenido en cuenta los consejos de los que hemos hablado, y hay que buscar una solución para que su aspecto estético sea lo más aceptable y natural posible y solventar la pérdida de hueso.
¿Cómo solucionamos la pérdida de hueso tras una extracción?
Una opción para recuperar las encías retraídas es el injerto de tejido conectivo. Es un proceso que requiere cierta técnica, pero que da muy buenos resultados.
Se coge tejido gingival de la zona del paladar con el grosor adecuado. Se hace una pequeña incisión, se aplica el tejido y se sutura. Pasados 15 días, el injerto se consolida y se consigue unificar el defecto gingival de las encías retraídas.
Esta solución es también usada en recesiones gingivales de las que hemos hablado en anteriores artículos, pero en tales casos es importante sopesar otros métodos.